La cruda realidad es que la sociedad no respeta a los débiles. Las ideologías modernas a menudo intentan despojarte de tu masculinidad. Es importante entender que los hombres gestionamos y desahogamos nuestras emociones de manera diferente a las mujeres, ya sea a través de entrenamientos intensos en el gimnasio, golpeando un costal o involucrándonos en actividades productivas.

Si sientes la necesidad de llorar, no hay nada de malo en hacerlo; somos seres humanos, no robots. Sin embargo, es recomendable que lo hagas en privado o ante personas que realmente se preocupan por ti, como tu madre, padre o un amigo muy cercano. Si es necesario, puedes compartir tus lágrimas con un amigo íntimo, pero recuerda que tu mejor compañía siempre serás tú mismo. Aprende a procesar tus emociones y a superar las dificultades contigo mismo.

Es fundamental cultivar una mentalidad fuerte y resiliente para afrontar los problemas que la vida te presente. Como hombres, el sufrimiento y los desafíos nos forjan, haciéndonos más fuertes tanto física como mentalmente. Por lo tanto, no huyas de tus problemas; en lugar de eso, enfréntalos.

En la actualidad, la llamada crisis de la masculinidad ha surgido entre los hombres, presentando un panorama complejo. Muchos adolescentes, jóvenes y hombres maduros se aferran a los valores convencionales de la masculinidad hegemónica, que reivindican al hombre del pasado. Mientras tanto, amplios grupos de adolescentes se atrincheran en estas masculinidades tradicionales frente a las incertidumbres de género, mientras que otros exploran precipitadamente opciones trans, impulsados por la confusión sobre su identidad al final de la pubertad y el fácil acceso a videos de jóvenes trans en redes sociales, que les ofrecen modelos a seguir.

Este grupo de jóvenes que transitan entre géneros o reinventan una masculinidad híbrida muy teatral se encuentra en las antípodas de quienes se refugian en masculinidades tradicionales. Entre estos dos grupos, muchos hombres de treinta y cuarenta años se esfuerzan por adaptar su comportamiento a las exigencias de igualdad que la sociedad actual impone. Sin embargo, en su interior, todavía resuena la figura del hombre del siglo XIX.

Vivimos en una época en la que se condena la masculinidad y se celebra a las mujeres por asumir roles tradicionalmente masculinos. Es crucial que los hombres no abandonemos nuestro lugar en la sociedad. La “masculinidad tóxica” que predican ciertos sectores de la sociedad y algunas mujeres en realidad no es masculinidad; muchas mujeres están confundidas al respecto. Es fundamental reconocer que la masculinidad y el machismo son conceptos muy diferentes. Hoy, el verdadero problema es que a los hombres les falta forjar una auténtica masculinidad.

Son años de discursos feministas y políticas en apoyo a esta comunidad que han llevado a muchos hombres a comportarse de manera más similar a las mujeres. Esto ha dado lugar a hombres que no saben controlar sus emociones, porque desde pequeños les dijeron que debían ser tan sentimentales como las mujeres. El resultado son hombres tímidos, muy emocionales, con poca paciencia y mucha ira reprimida, ya que se les enseñó que sus características masculinas naturales eran malas y que debían ser inofensivos para ser pacíficos y felices.

Los niños, jóvenes e incluso muchos adultos están confundidos, ya que observan mujeres actuando de forma masculina y hombres adoptando comportamientos femeninos como si fueran algo natural, e incluso se les aplaude por ello. Muchos hombres se sienten deprimidos y frustrados al ser señalados por su masculinidad, mientras que ven cómo el mundo celebra el “empoderamiento” de las mujeres. Esta situación genera una sociedad dividida y débil.

Es importante recordar que la masculinidad en sí no es tóxica; de hecho, es beneficiosa para la sociedad. Sin embargo, existen hombres tóxicos que perjudican a mujeres y a otras personas, precisamente por no haber desarrollado una verdadera masculinidad y por no poder controlar sus emociones.

Actualmente, hay un clima en el que muchas mujeres parecen odiar a los hombres solo por serlo, y muchos hombres prefieren evitar las relaciones con ellas. Esto se traduce en un fracaso social. No permitas que los discursos feministas y las manipulaciones te convenzan de cambiar tu masculinidad. Debes entender que las características masculinas y femeninas naturales son clave para una sociedad armoniosa y fuerte.

Esta generación se ha vuelto emocionalmente débil, y muchos adultos varones son, en esencia, niños en cuerpos de adultos. Pueden tener trabajo, pareja y hasta ser prósperos, pero en el fondo dependen emocionalmente de otros. La mayoría de los jóvenes adultos tienen cuerpos de adultos pero mentes de niños, ya que nunca han estado realmente expuestos a los problemas de la vida, debido a la sobreprotección de sus padres en todos los aspectos: material, económico y emocional.

Es normal que los padres deseen proteger a sus hijos, pero en el intento de cuidarlos, los estamos mal acostumbrando y no les estamos preparando para resolver sus propios problemas. Esto conduce a una generación dependiente y débil.

A lo largo de la historia, el hombre o el joven siempre ha tenido que salir al mundo y enfrentarse a diversas adversidades para convertirse en hombre. Cuando un hombre se enfrenta a sus demonios, a la soledad y a la verdadera necesidad, se activa su impulso de supervivencia y todas las características masculinas que lo transforman de niño a hombre.

Como hombre sólo tienes dos opciones en la vida: ser masculino y fuerte o ser débil y sumiso.

Asume tu naturaleza masculina: desafíate, conquista, emprende, protege y supérate. Rechaza el adoctrinamiento generalizado que busca debilitarte, feminizarte e incluso desviarte. El mundo necesita desesperadamente más masculinidad, no menos.

La sociedad está diseñada para esclavizarte. Existe una razón por la cual la pornografía es gratuita, la comida rápida es barata y las drogas son fácilmente accesibles. Quieren que seas un perdedor, y ese es el problema con la “masculinidad” actual.

Las mujeres desean cambiar al hombre y “reconstruir la masculinidad” porque piensan que un hombre “masculino” es aquel machista que espera que su mujer lo haga todo sin aportar, que recurre a gritos y violencia cuando las cosas no salen como él quiere, y que es esclavo de su deseo sexual, incapaz de controlarse.

Sin embargo, esos son hombres que han carecido de un padre, que han recibido una mala educación, que fueron sobreprotegidos y que siempre tuvieron todo lo que querían desde pequeños. También hay hombres que, enfermos y rechazados por la sociedad, se sienten resentidos y creen que el mundo les debe algo.

Los hombres verdaderamente masculinos protegen a los suyos. Saben controlar sus impulsos de ira y de deseo sexual, son capaces de dialogar ante los problemas, buscar soluciones y, si han sido rechazados, continúan intentándolo sin rendirse ante la primera dificultad.

El mundo moderno necesita, con urgencia, más hombres que conquisten, asuman responsabilidades, inspiren a los demás, luchen por una causa y defiendan lo que les pertenece.

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